Hay cierto riesgo de que la burocracia haga una movida mañana.
Las últimas veces que "cayó" la burocracia, pasó esto y esto, y aunque dudo seriamente que se repita esa locura -más aún con causa penal en curso-, se trata de gente lo bastante demente como para uno pueda fruncir el ceño ante lo que puede deparar la jornada.
Mientras avanza la noche, y me está costando dormir, me interrogo nuevamente sobre el poder, la voluntad de poder, la miseria de poder. Todo lo que le puede pasar a una persona, lo que alguien puede hacer consigo mismo guiado por la desesperada necesidad de acumular poder. Intenté reflexionar sobre esto alguna vez, pero creo que fue un intento pobre. No refleja lo que siento ahora mismo: el vértigo al asomarme sobre una personalidad vacía de toda ética y moral, dispuesto al asesinato, dispuesto a golpear y despedazar a un grupo humano de trabajadores tan solo para asegurarse la impunidad total en el uso de la estructura sindical, una organización creada para defender al laburante y corroída, alterada para ser transformada en otra cosa, en todo lo contrario: en una institución enemiga del pueblo. Eso es lo que pasó con ATILRA.
Todo lo vivido desde aquel 3 de diciembre -ya conocía a los compañeros del sindicato desde antes, pero esa fecha fue un quiebre, y creo que se entiende por qué- me marcó profundamente. Y aunque la incredulidad se choca con la furia cada vez que intento reflexionar y entender, también recuerdo esa frase que escuché hace poco: la burocracia gobierna con coima y patota, pero también con consenso. Hay trabajadores que soportan todo esto, por temor, convicción, comodidad, codicia o todo a la vez, en cantidades variables. Conformidad e individualismo. En suma, resignación. La batalla por la liberación es también aquí como en otros ámbitos, una batalla cultural, una batalla de ideas. Que el fuego del piquete o los momentos más confrontativos del conflicto no nos oscurezcan la realidad de que son solo instantes, señales visibles de procesos mucho más profundos. La batalla real siempre es cultural e ideológica, o sea, contundentemente política. Podemos tener todo el aguante que queramos, pero sólo con política se le puede ganar a la violencia.
En fin. Cosas que pasan por mi mente, esperando a la burocracia.
Cuando la noche es más oscura, se viene el día en tu corazón.
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